lunes, 28 de abril de 2008

Paciencia, tengo alma de biólogo



Hace poco, me encontré con un profesor que no veía hace mucho, me saludó, preguntó sobre mí y sobre qué estaba estudiando. Le dije: “estudio Biología, profesor” ¿Y por qué decidiste estudiar eso? Fue una pregunta difícil de responder, no porque no estuviese seguro de que esto es lo que quiero estudiar, sino porque no sabía condensar todo lo que la carrera representa para mí, así que sólo atiné a decir: “es porque mi alma de Biólogo”

Aún recuerdo estar sentado frente a esa hoja de papel que todos llamaban “test vocacional”. Contenía preguntas como: ¿Le gustaría Armar o desarmar objetos mecánicos? ¿Disfrutaría al diseñar o dirigir la construcción de un pozo? ¿Le agradaría dirigir la campaña política de un candidato estudiantil? ¿Le gusta moldear en barro o arcilla? Mientras agitaba el borrador indeciso entre una respuesta y otra, me preguntaba si esto realmente me ayudaría. Recuerdo estar confundido y con la inseguridad de no haber elegido la alternativa adecuada. Si pudiera regresar a ese entonces y orientar a ese “yo” que se decidía dubitativo qué camino tomar, le diría simplemente una cosa: “Estudia Biología”

Muchos más allá de saber si me gusta o no moldear en barro o arcilla o de dirigir la construcción de un pozo, creo que, como a todos, nuestras experiencias son las que entran a tallar cuando uno tiene que decidir. En el caso de una carrera también se tiene que elegir a partir de nuestras preferencias y según nuestro perfil, y, para los que se relacionen con la Biología, algo definitivamente no debió faltar: Las ganas de descubrir un mundo que nos ofrece todo y que parece ocultar mucho tras un halo de misterios. Eso es lo que incentiva a seguir investigando, es todo esto lo que configura el alma de un biólogo.

Si usted no estudia Biología, tal vez pueda bien no sentirse identificado, pero no podrá decir nunca no haberse sentido maravillado alguna vez, como muchos los que estudian la carrera, con la naturaleza que no sólo tiene para regalarnos su belleza, sino también sus misterios. ¿Nunca se emocionó al oír el canto de un ave? ¿El cortejo de una libélula? ¿El florecer de una rosa? ¿Nunca se impresionó al observar las finas estructuras, todas en armonía, que se pueden esconder tras arbustos enmarañados, que resultan igual de bellos? Todos alguna vez hemos sido sensibilizados por la naturaleza ¿Lo ve?, lo único que puede diferenciar a un individuo de otro que decida estudiar Biología es preguntarse el por qué, el cuándo y el dónde de estas cosas.

-Recuerdo estar en mi colegio, aún muy siendo yo muy pequeño, era la hora de Ciencias Naturales .Ese día nos hablaron sobre los órganos reproductores en una flor. Al salir al recreo recuerdo haberme ido a un jardincito y ponerme a examinar cada una de las flores, mientras al costado unas niñas jugaban a arrancar los pétalos repitiendo el famosos estribillo de “me quiere… no me quiere” .Yo trataba de examinar la flor, con profundo respeto, como aún tratamos muchos de hacerlo, y distinguir cada una de las partes expuestas recién en clase. Estaba extasiado de tanta armonía, belleza y perfección en la obra de la naturaleza.



-Hace poco más de una semana que salimos de viaje entre estudiantes de Biología. Recuerdo que cuando caminábamos uno de nosotros se detuvo maravillado, lo seguimos, y al poco tiempo todos estábamos reunidos, alrededor, como en una galería de arte, contemplando con asombro “una chirimoya gigante”. Cuando reparé de lo que ocurría me di cuenta de lo que a todos nos unía y lo que todos poseíamos: el alma de biólogo se puso en evidencia. Ocurrió otro incidente, nuestra compañera gritó ¡una araña!, y todos la quedaron contemplando un tiempo, y quedaron aún más absortos al ver el excremento de la misma horas antes de ser exterminada. Un compañero dijo por ahí: “cómo se nota que estudiamos biología”

-Tengo un compañero de estudios que no deja de sorprenderse de cada estructura que ve en las plantas, tanto que llega al punto de mutilar cactus sólo parar quedar nuevamente maravillado con lo hermoso que puede esconder tras su manto de espinas.

¿Algunos han debido haber perdido la paciencia, me refiero a los que no compartan tu interés por la biología?- preguntó entre intrigado y angustiado mi longevo profesor.

Es cierto, no todos llegan a entender del mismo modo pero si nos ponemos a pensar en el fondo, quizá todos tengamos en nuestra nosotros un pedacito de biólogos, porque como seres racionales, amamos la vida y admiramos aquello que nos hace sentir vivos. Sólo es cuestión de tener paciencia y ejercitarse en la tolerancia.

Me despedí de mi profesor aún más seguro de haber escogido lo que quería estudiar.

En este breve relato, no he tratado de hacer una autobiografía, ni mucho menos, sólo tratar de compartir ese gusto que tenemos en común los biólogos por el prodigio de la vida y por los deseos de develar sus misterios. Si podemos mirar el camino recorrido, y aún seguir admirándonos con cada es porque quizá su alma de biólogo sigue ardiendo hoy más que nunca. La Biología se hizo ciencia, se forja en cada uno de los que la estudiamos como un sentimiento y se trasforma en poesía. Así que, querido lector, si algún día, ve a alguien estupefacto por una flor, un ave, un insecto, o pero el excremento de una araña, paciencia, no se alarme, y acompáñelo, porque ahí se esconde el alma de un biólogo dispuesto a descubrir y redescubrir el mundo.

Luis Cerrón Alván


Fotos tomadas en el Jardín Botánico de la Universidad Nacional Agraria La Molina

viernes, 25 de abril de 2008

Animaciones en Biología

Con los avances en la animación computarizada, ya es posible ver casi de manera real, como se realizan ciertos procesos biológicos que hasta hace unos años, solo podían ser imaginados. Esto facilita nuestro entendimiento de los mecanismos tan complejos que ocurren a nivel celular, que a diferencia de ver las ilustraciones de los libros o leerlos en un articulo científico, nos permiten observarlos de una manera tridimensional tal como si los estuvieramos observando a través de un microscopio super potente y sin necesidad de usar un tinte, marcador o alguna técnica sofisticada para observarlos.

En el video vimos como actua la ADN polimerasa, muy diferente a como nos lo imaginabamos al ver las ilustraciones de los libros, ya que la hebra conducatora y la hebra retardada son sintetizadas por la misma enzima y no como se muestran en los dibujos, donde cada uno tiene sus propias ADNpol.

martes, 15 de abril de 2008

Feromonas: ¿nueva forma de enganche?

Allá por 1979, se innovaba en los campos agrícolas (debido al hastío y el gasto a expensas de poca productividad) con nuevas sustancias, capaces de ahuyentar a los malos y retener a los buenos, en la lucha de los campesinos, eligiendo a dedo a los aliados y condenando a las pestes devastadoras. Se abría paso un nuevo recurso natural, las feromonas empezarían a circular y nadie sospechaba lo que ello conllevaría décadas más tarde.

Las feromonas son sustancias emanadas por gran variedad de especies (tanto plantas como animales) con el fin de modificar la conducta del receptor (de la misma especia que el emisor) para inducirlo a un cambio en su comportamiento. En este caso, nos referiremos sólo a las feromonas que inducen un comportamiento sexual.

Se creía que el ser humano era ajeno a esta curiosa interacción natural, pero en 1986 la Dra. Winnifred Cutler, fundadora del Instituto Athena, y sus colegas llevaron a cabo una investigación de vanguardia para comprobar la existencia de estas feromonas en seres humanos. Más tarde, en 1999, con una visión más biológica, al término feromona se le agregó el de “sustancia química que promueve comportamientos para perpetuar la especie”1, desde ese momento éstas emanaciones naturales pasarían a ser un nuevo factor de controversia y generador de ganancias con la promesa de un rotundo éxito sexual.

Uno de los experimentos que se realizaron fue con el método doble-blind (doblemente a ciegas). Se reunieron 20 mujeres jóvenes maduras, de las cuales a 11 se les aplicó placebo y a 9 una esencia femenina (feromonas) en el labio superior, bajo la nariz, sin que ellas supieran a qué grupo pertenecían, tres veces a la semana por 12 a 14 semanas. El resultado fue asombroso, cuando las mujeres untadas con feromonas tendieron a expresar un comportamiento sexual con frecuencias mayores a las que fueron untadas con placebo luego de 12 semanas2. Parecería entonces, que las feromonas femeninas inducen directamente a las propias mujeres a un comportamiento sexual. Esto se debe a que las feromonas femeninas hacen más receptivos los recipientes femeninos a los aromas masculinos, además de hacerlas más atractivas a los sujetos masculinos. Se ve entonces una doble función en las feromonas femeninas, mientras que la masculina cumple sólo una, hasta ahora.

Además existieron otros experimentos que comprobaron esta hipótesis. Alan Singer, del Centro de los Sentidos Químicos de Monell, hizo lo suyo con hámsters dorados. Primero aisló dos hámsters machos normales en una misma jaula, éstos se alejaban uno del otro y tendían a herirse y mostrar conductas agresivas. Sin embargo, se colocó secreciones vaginales de un hámster hembra a un hámster macho anestesiado y se le colocó en una jaula con un hámster normal. En lugar de agresividad, el hámster normal intento aparearse con el hámster anestesiado. Singer logró identificar esta proteína y la llamó “afrodisina”3. Por otro lado, En 1971, Martha McClintock, notó que las mujeres universitarias que vivían en el mismo dormitorio y que pasaban mucho tiempo juntas, iban desarrollando, gradualmente, ciclos menstruales más cercanos. Aunque los ciclos de las mujeres estaban dispersos al azar cuando llegaron, después de un tiempo su duración se sincronizó más, ella comprobó que se debía a una sustancia producida por las mujeres4.

Y todo esto sucede inconscientemente. A diferencia de los animales, los humanos no reconocemos las feromonas y actuamos según ellas de manera directa. En el interior de nuestra nariz (a unos 6 ó 7 centímetros de los orificios) hay un órgano llamado vomeronasal (VNO), que capta las feromonas y transmite la información hacia el hipotálamo5. Enviamos y recibimos mensajes olfativos pero sin saber realmente que lo estamos haciendo y sin darnos cuenta de los efectos que estos tienen. Puede parecer una desventaja, pero el hecho que las feromonas no sean el principal, pero sí influyente, mecanismo de atracción deja campo a los gustos personales y al coqueteo usual entre personas afines físicamente, siendo un complemento la interacción química. Tal vez ahora entenderemos la frase “tenemos química”.

Con este nuevo descubrimiento, el mundo comercial tenía ahora un gran tesoro a la vista. La posibilidad de vender feromonas embotelladas, a manera de perfumes y lociones empezó rápidamente a invadir los negocios cosméticos. Los primeros en aparecer fueron el “Athena Pheromore 10X” para hombres y el “Athena Pheromore 10:13” para mujeres, prometiendo una efectividad de 70%. Actualmente se venden aditivos para perfumes o aftershaves, llegando a costar cada frasco 180€6.

La acumulación de estas sustancias se produce naturalmente en zonas como las axilas y zonas íntimas, pero al ducharnos y aplicarnos diferentes perfumes o hidratantes, además de usar ropa, eliminamos todo rastro de ellas. Nuestra condición civilizada ha hecho que ya no reaccionemos de la misma manera que antes ante estos mensajes, pero en un ambiente cargado la reacción es casi inmediata, si no, en un gimnasio hagan pasar a una chica a un vestidor de hombres o a un hombre a un vestidor de chicas y pregúntenles que sensación tienen al ingresar. Es por eso que aparecen estos productos prometiendo un “enganche sexual”, algunos incluso para homosexuales (con el uso de feromonas femeninas para atraer a otros hombres), lo cual termina por confundir a algunos hombres despistados.



Comercial mexicano promocionando un perfume con feromonas

Pese a todo, aún quedan muchas interrogantes por contestar. ¿Por qué las feromonas femeninas tienden a homogenizar el periodo de menstruación en las mujeres?, ¿qué otros efectos tienen las feromonas masculinas (en relación a la competencia y la agresividad masculina)?, ¿tenemos los humanos receptores químicos propiamente dichos? Sabemos que existen, pero aún no las conocemos del todo. No podemos lanzarnos a prometer coincidencias sexuales con tan alto grado de probabilidad, ¿dónde queda la parte psicológica, lo que nos hace humanos de verdad? Las controversias siguen aún y los científicos continúan intentando entender este mecanismo, más en humanos que en cualquier otra especie. Aún así, la comunicación química entre humanos es un misterio que todavía no logramos descifrar por completo.

Diego Alonso Padilla Huamán

Notas bibliográficas:
1) Women's Health Connection, vol. II, número 5b
2) W.B. Cutler, Instituto de Athena para investigación de la salud de las mujeres.Extracto de la presentación de la Cutler a la reunión anual de la Sociedad Americana de la Fertilidad, octubre 8-13, 1988
3) Informe del Instituto Médico Howard Hughes. Un sentido oculto en la nariz humana. Las feromonas y los mamíferos.
4) Biología. Teresa Audesirk, Gerald audesirk, Bruce E. Byers. Respuestas humanas a las feromonas pág. 785
5) Feromonas y atracción. Ramón Cordero G.
6) Athena Institute

viernes, 11 de abril de 2008

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